martes, 9 de junio de 2009

DOCTRINA MONROE

Doctrina Monroe

Declaración que recoge los principios de la política exterior de Estados Unidos con respecto a los derechos y actividades de las potencias europeas en el continente americano, expuesta por el presidente James Monroe en su comparecencia anual ante el Congreso de Estados Unidos el 2 de diciembre de 1823, y que llegó a ser la base de la política aplicada por ese país respecto a Latinoamérica. No fue respaldada por ninguna legislación aprobada por el Congreso ni ratificada en el Derecho internacional, por lo que inicialmente se la consideró tan sólo como una declaración política. Cuando su aplicación y popularidad aumentaron en Estados Unidos, a partir de 1845 fue elevada a la categoría de principio, siendo específicamente denominada Doctrina Monroe.

DECLARACION ORIGINAL

Monroe afirmó en sus dos discursos más relevantes que las potencias europeas no podían colonizar por más tiempo América, y señaló que éstas no deberían intervenir en los asuntos de las recientemente emancipadas repúblicas latinoamericanas. Previno a los estados europeos contra cualquier intento de imponer monarquías en las naciones americanas independientes, pero añadió que Estados Unidos no emprendería ninguna acción en las colonias europeas existentes ni en la propia Europa. Este último punto confirmaba las ideas expuestas por George Washington en su discurso de despedida presidencial de 1796, en el que recomendaba encarecidamente que Estados Unidos no entablara complicadas alianzas en política exterior.
Al marcar de este modo la diferencia entre Europa y América, Monroe subrayaba la existencia de unos intereses americanos y, más concretamente, estadounidenses. Rechazaba las monarquías europeas como sistema político, consideraba que ninguna nación americana lo adoptaría y que su presencia en el continente americano pondría en peligro la paz y seguridad de su joven nación. Asimismo, exponía que únicamente Estados Unidos estaba destinado a completar la colonización de los territorios vírgenes de Norteamérica.
A pesar de la determinación que se desprende de estas afirmaciones, Monroe no disponía de medios que aseguraran la aplicación de sus ideas, aunque sabía que Gran Bretaña, con su poderosa Armada, también se opondría a que Europa interviniera en la lucha a favor de España, que deseaba recuperar sus dominios americanos.

LA EVOLUCION DE LA DOCTRINA MONROE DURANTE EL SIGLO XIX

La Doctrina Monroe no tuvo gran repercusión en Estados Unidos hasta la década de 1840, cuando el presidente James Knox Polk la aplicó para justificar la expansión territorial estadounidense. Recurrió a ella en 1845 como respuesta a las amenazas británicas en California y Oregón, y a los intentos de Francia y Gran Bretaña para impedir que Estados Unidos se anexionara Texas. Polk advirtió en 1848 que si Europa intervenía en la zona mexicana de la península de Yucatán, Estados Unidos conquistaría esta región. A pesar de que Polk aplicó la doctrina, cuya popularidad aumentó durante la década de 1850, la Guerra Civil estadounidense hizo disminuir enormemente su eficacia en la década siguiente; por este motivo, la reconquista de la República Dominicana por parte de España (1861) y la intervención de Francia en México (1862-1867) apenas encontraron resistencia.
Esta política adquirió un nuevo significado durante las décadas de 1870 y 1880. Amparándose en ella, Estados Unidos prohibió la cesión de territorio americano entre potencias europeas y se arrogó el derecho a controlar con exclusividad cualquier canal que comunicara el océano Atlántico con el Pacífico a través de Centroamérica. Esta última reivindicación fue reconocida por Gran Bretaña mediante el Tratado Hay-Pauncefote (1901). El gobierno estadounidense interpretó esta doctrina en un sentido más amplio cuando el presidente Stephen Grover Cleveland presionó con éxito a Gran Bretaña en 1895 para que sometiera a arbitraje la disputa sobre límites fronterizos entre la Guayana Británica (la actual Guyana) y Venezuela.
LA DOCTRINA MONROE EN EL SIGLO XX

En 1904, el presidente Theodore Roosevelt sostuvo que Estados Unidos podía intervenir en cualquier nación latinoamericana culpable de actuar incorrectamente en su política interior o exterior. El corolario de Roosevelt a la Doctrina Monroe justificó nuevas injerencias estadounidenses en los estados del Caribe durante el mandato de los presidentes William Howard Taft (1909-1913) y Thomas Woodrow Wilson (1913-1921).
En las décadas de 1920 y 1930, Estados Unidos aplicó este criterio con más moderación, favoreciendo la realización de acciones conjuntas con otras repúblicas americanas. Este énfasis en el panamericanismo se mantuvo durante la II Guerra Mundial y la posguerra, cuando se firmó el Acta de Chapultepec (1945), que afirmó la ayuda mutua entre los países americanos frente a cualquier vulneración de su soberanía por un Estado no americano, lo que fue ratificado en el Tratado de Río de Janeiro (1947), en el que se afirmaba que atacar a una sola nación americana equivalía a atacar a todas. La creación de la Organización de Estados Americanos (1948) tenía como objetivo poner en práctica la Doctrina Monroe a través del panamericanismo. No obstante, argumentando el temor a que el comunismo se extendiera por Latinoamérica, Estados Unidos emprendió acciones unilaterales contra Guatemala (derrocamiento del presidente Jacobo Arbenz Guzmán en 1954), Cuba (fracaso del desembarco de bahía de Cochinos en 1961), República Dominicana (apoyo a Joaquín Balaguer en 1965), Chile (contribución al derrocamiento de Salvador Allende en 1973), Granada (invasión de la isla en 1983, tras el golpe de Estado que había destituido al presidente Maurice Bishop), El Salvador y Nicaragua (respaldo al Ejército salvadoreño, en su lucha contra las guerrillas, y a la contra nicaragüense, que se enfrentaba al gobierno sandinista, en la década de 1980) sin consultar con sus aliados latinoamericanos. Aunque sin el aliento moral de los principios promulgados en la Doctrina Monroe, en 1989 y 1994 tuvieron lugar dos nuevas intervenciones militares de Estados Unidos en países latinoamericanos. En 1989, tropas estadounidenses invadieron Panamá para detener al dictador Manuel Antonio Noriega, acusado de narcotráfico por tribunales estadounidenses. En 1994, en cumplimiento de una resolución de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), fuerzas militares de Estados Unidos invadieron Haití, para restablecer en el poder al derrocado presidente Jean-Bertrand Aristide.

REPERCUSION
La Doctrina Monroe ha tenido una considerable repercusión como elemento característico de la política exterior de Estados Unidos y ha encontrado un gran respaldo en ese país, debido a que favorecía sus intereses. Sin embargo, Estados Unidos la ha enarbolado en ocasiones para justificar su injerencia en los asuntos internos de otras naciones americanas, al no establecerse en la formulación original una distinción clara entre los intereses de Estados Unidos y los de las naciones vecinas. La creciente intranquilidad que ha generado en este país la inestabilidad de los regímenes latinoamericanos motivó que estas intervenciones hayan sido frecuentes y polémicas a lo largo del siglo XX.
Desde la misma época de su manifestación, la Doctrina Monroe fue ampliamente rechazada, tanto por los gobiernos como por las fuerzas políticas de la mayoría de los países latinoamericanos, que entendieron perfectamente los intereses que se escondían tras su formulación. A mediados del siglo XIX, el presidente mexicano Benito Juárez expresó su famoso apotegma, que todavía se enseña en muchas escuelas de México y Latinoamérica, enunciado como respuesta a Monroe: “El respeto al derecho ajeno es la paz”.


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